Al Firdaus – Washington Post

Por David Montgomery

Cuando Donald Trump le recordaba a la audiencia del debate republicano, el sábado, antes de las primarias de New Hampshire que él había pedido que se prohibiera la entrada de mususlmanes a Estados Unidos, un violinista y cantante de poemas religiosos islámicos llamado Ali Keeler se disponía a dar un concierto en una mezquita turca en Lanham, Maryland, en el área metropolitan de Washington.

Keeler, un londinense que vive en la ciudad española de Granada, está sorprendido de que su grupo de devotos trobadores —Al Firdaus Ensemble— esté llenando las salas de conciertos en Estados Unidos. Dada toda la controversia con el Islam en este país, “no sabíamos qué nos esperaba”, dijo.

Keeler temía que pudiera haber problemas para ingresar al país. Se preguntaba si habría una audiencia para un quinteto de virtuosos que toca piezas con siglos de antigüedad. Y luego estaba toda esa retórica política. Keeler era consciente de que si el inquilino de la Casa Blanca fuera el presidente Trump, la gira de un grupo de artistas musulmanes por Estados Unidos podia ser imposible.

Pero Keeler tiene fe. “De verdad creo que lo que está pasando será bueno al final para los musulmanes”, explicó con la serena confianza del artista cuyas letras se basan en la poesía mística del Islam, un mundo de maravillas si se pone el alma en ellas. “Tengo confianza en que la mayoría de los estadounidenses están a favor de una sociedad diversa y plural”.

Esta gira de Al Firdaus, en un momento tan oportuno, ha crecido de manera orgánica, por el boca a boca de una red de jóvenes profesionales musulmanes comprometidos en la construcción vital de un ambiente social, educacional y religioso en ciudades a lo largo y ancho de Estados Unidos.

El grupo —que toma su nombre de la parte más elevada del Paraiso—actuó ante cientos de personas en la Princeton University Chapel, el viernes por la noche. Antes, habían tocado en una capilla en Chicago. Ahora se dirigen hacia la bahía de San Francisco.

Se añadieron dos actuaciones en el área de Washington cuando Ali Elashram, de 25 años, que trabaja en tecnología de la información y conoce a Keeler, supo que Al Firdaus iba a estar en la coste este. Contactó a Pervaiz Bhatti, miembro de Yaro Collective, una organización dedicada a la comunidad musulmana y a profundizar en el entendimiento del Islam. Este grupo recibe su nombre en homenaje a Mahmoud Yaro, un esclavo africano que consiguió la libertad, se convirtió en un hombre de negocios y murió en 1823 en Georgetown, donde se le conocía por ser un devoto musulmán.

Al Firdaus ofreció un concierto el sábado en el Turkish Diaynet Center of America y otro el domingo en el GALA Hispanic Theatre en Columbia Heights. Los conciertos se llenaron, congregando a una 450 personas.

Para quienes disfrutaron de los conciertos fue algo más que un evento artístico. “Estamos viviendo un as alto en lo que es y fue el Islam”, dijo Elashram. “Esta es una manera de reconectar con nuestra herencia… Islam es una forma de vida”.

Si bien los músicos de Al Firdaus no pretendían ser parte de la controversia que rodea al Islam en Estados Unidos, eran consvcie ntes de que esta gira artística podia tener un impacto. Su música nada tiene que ver con la política. Se trata de belleza, fe, paz y devoción. Inherente a esta tradición musical es la idea de que la verdad es belleza y la belleza es verdad. Por tanto, para un artista crear bellez es decir la verdad sobre el Islam.

“Cuando el Islam genera tantas malas noticias, nosotros nos convertimos en embajadores”, dijo Muhammad Domínguez, quien toca el darbuka, un tipo de tambor. “Creo que no hay mejor momento para nosotros los musulmanes y creyentes y seguidores del profeta Mahoma para ofrecerle estos conciertos a todo el mundo. Una vez que aparece la falsedad, hay que confrontarla con la verdad. Al Firdaus es una ventana abierta para enseñarle a las personas la belleza del Islam”.